lunes, 8 de enero de 2007

Volverse a ver

Contra M.
Sentados el uno frente a la otra en el café más rasca de la alameda. La taza de café quemado y aguado separa su nariz del perfume nostálgico que posee el abrigo rojo intenso. Ella fuma. El aire pesa como los años en que no se han visto. No se hablan, no se miran, no están allí. Solo repasan sus pasados momentos de placer acabado. Los recuerdos están amarillosos como la mostaza fosforescente posada en la esquina de la mesa. Él tomó su sombrero y creyendo que el tiempo se detendría se levanto tan suavemente como ella lo seguía con la mirada ahogada. Tu m'aimais encore… quelqu'un m'a dit, dijo sin poder sacar su voz mientras por su costado penetraba estoicamente un filo brillante que evacuaba en sangre su salvaje inocencia. No vale gran cosa, nuestra vida, dijo, escupiendo la borra oscura del último sorbo de café.

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