a Paulina
Una vela encendida sobre el pajar
una mano de mariposa
se desliza a ojos cerrados
prohibiéndose la siguiente noche
Descendiendo el fuego
palpando tus bocas
bebes aire del parpadear
absorbiendo el mástil
Cataclismo deglutido en el frote exquisito
piel ondulante torrada en el entredicho
no queda sino el pecado de la siguiente cita
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